domingo, julio 7, 2024

Dios bendiga a Estados Unidos | Justicia sencilla


Podría parecer que nos hemos topado con un muro, dos personas que se presentan a la presidencia con el apoyo de los dos principales partidos políticos a los que la mayoría de los estadounidenses no apoyan ni pueden apoyar. ¿Significa esto el fin del experimento estadounidense? Muchos jóvenes creen que estamos condenados y no ven nada más que miseria por delante. Critican y condenan a Estados Unidos a cada paso. Encuentran horrores sin importar lo que hagamos o dejemos de hacer, como si la nación fuera tan inherentemente corrupta y malvada que no hay camino que no conduzca a la perdición.

Creo en Estados Unidos y en los estadounidenses. Creo que podemos superar la situación precise y prosperar. Creo que somos una gran nación y, como todas las grandes naciones, de vez en cuando se nos pone a prueba para demostrar que merecemos ser considerados excepcionales. Si dependiera de los agoreros, no pasaríamos la prueba, pero no depende de ellos, sino de todos nosotros que nos despertamos cada mañana con la promesa de un nuevo día, lleno de posibilidades de éxito y alegría.

Como no soy una persona religiosa, no invoco la palabra “dios” como una deidad de ningún tipo, sino como un concepto de que hay algo más grande, más importante, que cualquiera de nuestros deseos o quejas individuales. Había mucho que admirar en la exhortación del presidente John F. Kennedy a una nación: “No pregunten qué puede hacer su país por ustedes. Pregúntense qué pueden hacer ustedes por su país”.

Hemos perdido ese sentido de trabajar juntos por un bien mayor, prefiriendo en cambio exigir que otros usen nuestros pronombres preferidos o ser forzados a negar la realidad para evitar cualquier ofensa potencial, o que cualquiera que hable un idioma distinto del inglés, rece a un dios distinto de Jesús, tenga la piel más oscura o un “nombre extranjero”, sea de alguna manera menos digno de ser tan estadounidense como creemos ser.

Si queremos sobrevivir a este momento, debemos superar nuestras pequeñas diferencias y poner a la nación por delante de nuestros pecadillos individuales. En esta fecha, en 1776, el Segundo Congreso Continental adoptó la Declaración de Independencia.

Consideramos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Dios bendiga a Estados Unidos. Somos una gran nación y superaremos nuestras divisiones para ser una nación aún mejor porque eso es lo que somos. Todos nosotros. Juntos. Si eso es lo que queremos, lo lograremos.

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