Soy inocente. Lo que digo no puede hacer daño, ¿verdad?
Puede pensar que lo que diga no le hará daño si es inocente o no confiesa un delito. Esa creencia suele ser falsa.
Por ejemplo, le cube a la policía que recuerda haber ido a un partido de hockey el día antes de acudir a la comisaría. Un comentario así podría parecer inofensivo. Dos años después, su caso va a juicio y usted testifica. El fiscal le pregunta qué hizo el día antes de hablar con la policía. Dices algo completamente diferente. Recordar mal puede ser un resultado regular del paso del tiempo. Pero en un juicio no se determine qué es lo regular. Cada palabra que le diga a la policía es una posible inconsistencia en el futuro. Cómo juez o jurado considera que la inconsistencia no depende de usted.
Otro problema que encuentro frecuentemente es que quienes no son abogados no siempre saben que ciertas actividades son delitos. Considere este escenario. P se pelea y le rompe la mandíbula a la otra persona. Le cube a la policía que desató un gancho porque la otra persona quería pelear. P acaba de admitir haber cometido agresión porque la ley no permite el consentimiento para sufrir daños corporales. Golpear a alguien en la cara, incluso si lo pide, y herirlo en el proceso es un delito. El sentido común y la ley a veces difieren.